Naciones Unidas

Desde el gobierno digital hacia un gobierno inteligente

La transformación cultural para un gobierno inteligente

Probablemente cada día exista más conciencia sobre el papel crítico que cumplen la cultura y el liderazgo en cualquier proceso de transformación, más aún uno digital. Los liderazgos y la cultura organizacional las que se encuentran más desafiadas con los cambios que de manera acelerada provocó la crisis sanitaria del COVID 19 (ICARE, 2021).

El concepto de cultura organizacional podría definirse como el ambiente que se respira en el lugar de trabajo y la forma en la que se comportan y relacionan los trabajadores que lo integran. Es el conjunto de formas de pensar, de actuar y de sentir que tienen en común quienes trabajan en una organización, cualquiera sea su puesto, responsabilidad u ocupación. Es la forma o estilo como se trabaja en una organización. Tiene que ver con los valores, ritos, creencias, políticas y comportamientos de las personas de una empresa. George Westerman del MIT la define como “lo que ocurre en una sala, cuando el jefe sale” (Westerman et al., 2014).

Los proyectos de gobierno digital conllevan distintos grados de cambio a nivel organizacional, desde la sola adopción de tecnologías que mejoran la eficiencia en el quehacer, hasta mejorar la prestación de servicios a los ciudadanos, implementando procesos y mecanismos innovadores facilitados por la nueva tecnología. Estos últimos cambios conllevan una transformación organizacional que exige un cambio de mentalidad, conducta y competencias de los funcionarios, lo que se traduce en una necesaria transformación cultural para hacer uso efectivo de las capacidades provistas por la tecnología en el tratamiento de la información, para adaptarse a los cambios generados en los procesos, para aprovechar la cercanía con la ciudadanía y para aceptar una nueva forma de toma de decisiones. A lo anterior se le puede asociar el concepto de Cultura Digital.

Desde hace más de 20 años que el fenómeno de la cultura organizacional se ha estado abordando por diversos autores. Basándose en sus reflexiones es posible identificar siete dimensiones de cambio que inciden en la cultura:

dimensiones de cambios culturales

Fuente: elaboración propia

Dimensiones de cambio

Cambio cultural en la inteligencia organizacional

La organización culturalmente tiene una especie de “inteligencia”, al igual que los grupos y equipos que la componen, donde esa inteligencia, en uno de sus sentidos más básicos, es la capacidad de resolver problemas, enfrentar desafíos o crear productos apreciados (Goleman, 1999). Esta inteligencia se ve impactada con la abundante información interna y externa, y por la capacidad de realizar análisis y predicciones a partir de la misma, aumentando la capacidad de gestión de estos equipos y la capacidad de generar valor público.

cambio cultural en el trabajo

A medida que la economía se transforma en un sistema de producción flexible y basado en el conocimiento, esta flexibilidad se transfiere al ámbito laboral facilitada por la tecnología. Los trabajadores de hoy probablemente necesiten adquirir nuevos tipos de conocimientos en diferentes momentos de su vida laboral según vayan desarrollando distintos tipos de trabajo (Carnoy, 2000) y requieren aprender a convivir con decisiones sustentadas por evidencia y datos.

cambio cultural en la comunidad y su sociabilidad

Con la creación de nuevas formas de comunidad online, la “comunidad virtual” llamada internet ofrece un sustituto para lugares públicos tradicionales como cafés, bares y organizaciones comunitarias. Se afirma que las "plazas públicas" electrónicas de internet liberan al individuo de las restricciones de la geografía y unen a las personas en torno a nuevas comunidades de interés que no están atadas a un lugar concreto (Castells, 2006). También se ha establecido que la anonimidad que entregan los espacios virtuales ha incrementado los niveles de agresividad virtual.

cambio cultural en la complejidad de las relaciones

Dada la evolución de las organizaciones en el contexto de profundización del uso de tecnologías digitales, los líderes de éstas se enfrentan a tres tipos de complejidad (Scharmer, 2009):

Dinámica: significa que existe una distancia sistemática o retraso entre la causa y el efecto en el espacio o en el tiempo, 

Social: a menor complejidad social mayor confianza en los expertos, a mayor complejidad social, se requiere un enfoque multiactores, 

Emergente: relacionada a cambios disruptivos, esta complejidad tiene tres características: la solución al problema es desconocida, la declaración del problema está en curso y, no está claro quiénes son los actores clave.

 

 

cambio cultural en lo sociopolítico

El éxito futuro de las organizaciones se basa en su capacidad de percibir las competencias centrales y las oportunidades del mañana. Se debe extender el alcance de la estrategia de la institución más allá de los límites organizacionales involucrando a los ciudadanos, otras instituciones y a los funcionarios de la primera línea. Incluso, se puede llevar a la futura versión de Internet que nos propone un universo en tres dimensiones (3D), persistente y en línea que combina múltiples espacios virtuales, conocido como el Metaverso, que permitirá a los usuarios trabajar, reunirse, jugar y socializar juntos en estos espacios 3D.

cambio cultural en los modelos económicos

Los datos de nuestras conductas al usar aplicaciones han tomado un carácter predictivo y se utilizan para empujar, persuadir, afinar y estimular ciertos comportamientos a fin de dirigirlos hacia el consumo y potenciar la rentabilidad de las empresas que cuentan con los recursos para adquir esta tecnología y datos. Los procesos automatizados realizados por máquinas no sólo conocen nuestra conducta, sino que también pueden moldear nuestros comportamientos, produciendo cambios relevantes en los nuevos modelos económicos en la economía digital (Zuboff, 2019).

cambio cultural en lo normativo/legal

Tenemos una cultura  legalista y de normas literales, desde donde surgen impedimentos que operan como razones para no hacer ciertas cosas que permiten realizar las tecnologías digitales. El contar con leyes “con espíritu digital” puede tomar algunos años a nuestros países de América Latina y el Caribe. Sin embargo, con buena voluntad es posible, en el intertanto, flexibilizar las interpretaciones de los actores normativo-legales, generando un cambio de cultura de lo analógico a lo digital, lo que requerirá de un esfuerzo explícito de presentación, entrenamiento y contagio acerca de las posibilidades que brinda la tecnología para ejecutar tareas antes impensadas.