La profunda crisis económica y social que sufrieron la mayoría de los países de la región durante los años ochenta llevó al entonces Secretario Ejecutivo de la CEPAL, Norberto González (1985 a 1987), a denominar esos años “la década perdida".
El foco de esta década fue renegociar la deuda externa y aplicar ajustes macroeconómicos para retomar el crecimiento, y aplicar políticas de mitigación de los costos sociales generados por la crisis de la deuda.
Hacia fines de los años ochenta, la región comenzaba a recuperarse de la llamada década perdida, al mismo tiempo que gran parte de los países había recuperado la democracia o estaba en vías de hacerlo. El pensamiento de la CEPAL se revitalizó con la convicción de que el crecimiento económico es indisociable de la equidad social. Las primeras aportaciones teóricas y empíricas en torno a esta hipótesis corresponden a Fernando Fajnzylber (1990). (Industrialización en América Latina: de la "caja negra" al "casillero vacío". Cuadernos de la CEPAL, No. 60, 1990)
“En los años ochenta, denominados “la década perdida” debido a la caída del ingreso per cápita regional originada por la crisis de la deuda, el trabajo de la CEPAL estuvo condicionado por el contexto de los ajustes recesivos practicados en gran parte de los países de la región. Ello condujo a reducir la importancia relativa de los dos temas hasta entonces principales —desarrollo productivo e igualdad— y a reorientar las prioridades hacia un campo en que la institución no había intervenido mayormente en los decenios anteriores, a saber, el análisis de la estabilidad macroeconómica y sobre todo de la trilogía deuda-inflación-ajuste.” (Reflexiones sobre el desarrollo en América Latina y el Caribe: conferencias magistrales 2015. CEPAL, 2016., p. 58)