El acelerado proceso de globalización de principios de siglo ofreció oportunidades para la región, pero también generó nuevos retos para el desarrollo. El extraordinario aumento del comercio mundial y el acelerado cambio tecnológico produjeron, simultáneamente, un aumento de las desigualdades en las naciones y entre ellas, mientras que el patrón de crecimiento, en general, llevaba a un acelerado deterioro ambiental.
En septiembre de 2000, tras una década de importantes conferencias y cumbres de las Naciones Unidas, los líderes mundiales se reunieron en la Sede de las Naciones Unidas en Nueva York para adoptar la Declaración del Milenio, comprometiendo así a sus países a alcanzar una serie de ocho objetivos predominantemente sociales para 2015, conocidos como los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM).
Los ODM aglutinaron esfuerzos en temas diversos, desde reducir a la mitad las tasas de pobreza extrema hasta detener la propagación del VIH/Sida y brindar educación primaria universal, formaron un modelo y galvanizaron esfuerzos sin precedentes para satisfacer las necesidades de los más pobres del mundo. En línea con los ODM, desde principios del siglo XXI la CEPAL ha subrayado la dimensión social en sus trabajos al tiempo que la integraba crecientemente en sus análisis y propuestas económicas e institucionales.
La Declaración del Milenio afirmó que el desafío central en ese momento era asegurar que la globalización se convierta en una fuerza positiva para todos, reconociendo que en la actualidad tanto sus beneficios como sus costos se comparten de manera desigual: “solo desplegando esfuerzos amplios y sostenidos para crear un futuro común, basado en nuestra común humanidad en toda su diversidad, se podrá lograr que la mundialización sea plenamente incluyente y equitativa.”
Alineada con esta visión, la CEPAL hizo un llamado a equilibrar las asimetrías de la globalización para lograr un desarrollo basado en la transformación productiva, la equidad distributiva y la protección y cohesión social durante su sexta década de existencia.
“En su sexta década de existencia, la CEPAL continuó el trabajo de los 50 años anteriores, orientándose especialmente al perfeccionamiento y maduración de los planteamientos neoestructuralistas de los años noventa. Para ello, pudo evaluar los resultados de las reformas liberalizadoras a la luz del desempeño económico y social de la región y tras casi una década de intensas discusiones al respecto. Asimismo, el pensamiento de la institución evolucionó en medio de una distensión significativa del debate ideológico, provocada por el debilitamiento del pensamiento neoliberal hegemónico en la región debido a las sucesivas perturbaciones cíclicas de fines del decenio de 1990 y comienzos del actual.” (Reflexiones sobre el desarrollo en América Latina y el Caribe: conferencias magistrales 2015. CEPAL, 2016., p. 61)