Tanto en las economías del centro como en la periferia, la política monetaria y la banca central asumieron un papel eminentemente pasivo durante la mayor parte del siglo XIX y principios del XX. Esto obedece, en parte, a la adhesión de la mayoría de los países a regímenes de tipo de cambio fijo, entre los cuales el patrón oro asumió un rol protagónico.
En las economías del centro y en particular en los Estados Unidos, la Primera Guerra Mundial y sus efectos propiciaron el activismo monetario que tuvo un importante auge en la década de 1920. El cambio en la periferia hacia el activismo monetario comenzó a germinar más tarde, luego de la Gran Depresión y tuvo un importante auge en los años cuarenta. Tradicionalmente, la política monetaria en América Latina se había fundamentado en las recomendaciones de la ortodoxia económica prekeynesiana de las misiones Edwin Kemmerer, Sir Otto Niemeyer, y F. J. Powell de las décadas de 1920 y 1930. Los lineamientos generales para el manejo de la política monetaria apuntaban hacia una banca central independiente y una política monetaria que apoyara ante todo la estabilidad fiscal, lo que las hacía claramente pro-cíclicas.
Sin embargo, los efectos de la Gran Depresión y sus secuelas en los países de la periferia pusieron en tela de juicio estas recomendaciones y dieron paso a un cambio de orientación en la política monetaria. El Banco Central de la República Argentina (BCRA), bajo la dirección de Prebisch en el período 1935-1943 y los auspicios de Federico Pinedo (1895-1971), tuvo un rol anticíclico utilizando una serie de instrumentos, como la política cambiaria, la acumulación de reservas, los controles de capital y las operaciones de mercado abierto. El banco también actuó como prestamista de última instancia y, en algunas ocasiones, como apoyo parcial de una política fiscal expansiva. Esta experiencia del BCRA y las dificultades asociadas al manejo de una economía con problemas externos fueron formativas intelectualmente y explican en alguna medida las ideas posteriores que desarrolló Prebisch.
Las políticas expansivas se mantuvieron durante la época de la política de "buen vecino" por parte de los Estados Unidos, bajo la administración de Franklin Delano Roosevelt, que se materializó en un importante apoyo a la inversión pública y a la banca de desarrollo, a la vez que promovió la creación de sistemas monetario-financieros más estables, menos vulnerables y con una mayor capacidad de respuesta a los embates del ciclo económico. El Tesoro y luego la Reserva Federal de los Estados Unidos organizaron a partir de mediados de la década de 1940 una serie de misiones (en el Paraguay, la República Dominicana y Venezuela), lideradas en su gran mayoría por Robert Triffin (1911-1993).
Triffin invitó a Raúl Prebisch a colaborar en estas misiones y destacó su influencia en las propuestas para la reforma de la banca de esos países. Ambos coincidían en que los sistemas financieros debían diseñarse de acuerdo con las necesidades de los países de América Latina y no ser "imitaciones serviles de los regímenes bancarios de los grandes centros financieros". La reforma de estos sistemas otorgó amplias funciones a la banca central, inluido no solo el mantenimiento de la estabilidad monetaria, sino también la adaptación de la política monetaria a las necesidades de la producción, además de un claro y evidente papel contracíclico. Estas ideas mantienen su relevancia hoy en día.
Los efectos de la crisis de la deuda de los años ochenta, las reformas de estabilización y estructurales que le siguieron, el progresivo asentamiento de la creencia en la eficiencia del mercado y la deslegitimación de la intervención pública condujeron a un prolongado declive de las políticas monetarias activas y contracíclicas. Sin embargo, la última crisis (2007-2009) las ha vuelto a poner de relieve. A pesar de ello, la política monetaria sigue manteniendo un pronunciado sesgo hacia la estabilidad de precios prestando escasa atención a sus efectos sobre la trayectoria de crecimiento de largo plazo de las economías, lo que sí estaba presente en la reforma de la banca de América Latina en la década de 1940.
Esteban Pérez Caldentey y Matías Vernengo - Banco Central de Argentina (BCRA), Profesor de la University of Utah y Comisión Económica para América Latina (CEPAL), respectivamente.
Las opiniones aquí expresadas son de exclusiva responsabilidad de los autores y pueden no coincidir con las del BCRA y la CEPAL.
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