Migración

La migración puede definirse de diferentes formas. La definición más aceptada en la actualidad indica que la migración es el cambio de residencia que implica el traspaso de algún límite geográfico u administrativo debidamente definido”. Si el límite que se cruza es de carácter internacional (frontera entre países), la migración pasa a denominarse “migración internacional”. Si el límite que se atraviesa corresponde a algún tipo de demarcación debidamente reconocida dentro de un país (entre divisiones administrativas, entre área urbana y rural, etc.), la migración pasa denominarse “migración interna”. 

Esta condición relativa de la migración obliga a que su medición y análisis siempre sea transparente sobre la forma en que esta se ha definido y como se está midiendo, pues la definición general antes expuesta debe adaptarse a las fuentes disponibles. Por tanto, aludir de forma genérica a “la migración” o “los/las migrantes” puede ser confuso o impreciso. Por ello se recomienda siempre especificar los límites geográficos o administrativos considerados en la medición (migración entre países o internacional, migración entre divisiones administrativas mayores, migración entre divisiones administrativas menores, migración entre zonas urbanas y rurales, etc.), así como identificar la temporalidad considerada en la medición, que bien puede no existir con precisión (cuando la medición se hacer respecto del lugar de nacimiento) o que puede ser muy precisa (cuando el lugar de origen se identifica mediante una fecha específica).

Más allá de las dificultades y requerimientos de su medición, la migración es un fenómeno clave para diversos ámbitos de las sociedades (economía, cultura, política), una fuerza muy poderosa para el desarrollo de los países y de los territorios dentro de los países, una potencial estrategia o recurso para las familias, y una alternativa para que las personas puedan buscar nuevos y mejores horizontes. Ciertamente las promesas que motivan la migración pueden no cumplirse en muchos casos. Asimismo, para muchos migrantes, salir del lugar de origen es casi una imposición por la falta de oportunidades allí u otras razones más dramáticas aún. Por eso los análisis teóricos y empíricos de la migración deben tener presente esta ambivalencia y diversidades de situaciones. Con todo, respecto de lo que no hay discusión es que migrar es un derecho humano, tal como lo establece La Declaración Universal de Derechos Humanos en su Artículo 13:  1. Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado; 2 Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país.